Editoriales, librerías e independientes se ven amenazados por la grave crisis que golpea a la industria. Se estima que la producción podría decaer en 50%
Por Jair Villacrez

Que el sector editorial peruano está viviendo una de las crisis más severas de la historia es evidente. Incertidumbre, angustia e impotencia es lo que se percibe en los actores involucrados en este rubro al ver que sus esfuerzos por salvar la cultura escrita se van agotando, debido a la pandemia. Y eso no es todo, pues también lamentan que, por el confinamiento, deban celebrar a puertas cerradas el día más importante del principal difusor del saber y la cultura: el libro.
Hacía unos meses atrás nadie imaginaba este escenario. Las librerías cerradas son la primera manifestación de cuan golpeado se ha visto el sector editorial. Sin embargo, hay toda una cadena afectada detrás de ellas, empezando por las editoriales. De acuerdo con el presidente de la Cámara Peruana del Libro (CPL), Willy del Pozo, este año habrá “un bajón tremendo” en la producción, que podría decaer en un 50%.
Un porcentaje aproximado estima el gerente general de Planeta Perú, Phillipe Vergnaud, quien señala que podrían reducir hasta un 40% la producción local. Indica que, si bien preparan novedades, reducirán la cantidad de títulos: “Las librerías esperan novedades importantes, pero nosotros debemos generar ahorros”. Precisa, además, que apostarán por las reimpresiones y mantendrán las importaciones.
Por su parte, el gerente general de la Editorial SM Perú, Alberto Almendres, prefiere no dar cifras de cuánto podrían verse afectados, pero define la situación como un “crac editorial”. Explica que están evaluando la impresión bajo demanda. Comenta, además, que han sido doblemente golpeados, al contar también con librerías, las cuales no podrán abrir en un buen período mientras dure la pandemia. “Como nuestros libros son principalmente en físico, nos estamos poniendo a disposición de los colegios, pero estos no están comprando ahora porque el delivery aún no está permitido”, añade.
Ahora bien, una situación algo diferente es la que percibe la jefa del Fondo Editorial UPC, Magda Simons, quien se muestra un poco optimista: “más que una crisis, creo que se trata de una oportunidad para replantear la manera en que llegamos a los lectores”. Según indica, no disminuirán la producción de textos y, además, desde el 2011, sus publicaciones también son digitales.
No obstante, Simons sí cree que, en cuanto a ventas, el fondo editorial sí podría verse afectado, dado que los ingresos por ebooks eran solo el 20% del total. “Aunque es lógico que las ventas de libros digitales aumenten un poco, la situación nos afectará”.
Los independientes
Entre los más afectados se encuentran las editoriales independientes, cuyos costos fijos dependen de sus ingresos. El presidente de la Asociación de Editoriales Independientes del Perú, Carlos Vela, explica que el 60% de los ingresos de estas casas editoras se generan en ferias y librerías, las cuales permanecerán cerradas de manera indefinida. Precisa que, entre marzo y julio de este año, proyectaban publicar más de 200 novedades; sin embargo, esto no ocurrirá, lo cual generará un gran quiebre en la producción y difusión.

Para el editor general de Estruendomudo, Álvaro Lasso, la pandemia ha sido “el grito de desgracia” en un sector que ya estaba golpeado. “Si no lo ha matado, está moribundo”, dice. De acuerdo con él, los editores siempre han estado afectados, pero con esta crisis los libreros son los nuevos afectados de esta cadena; el golpe ha sido transversal.
Otra editorial independiente que se ha visto bastante perjudicada por esta coyuntura ha sido Ediciones Pichoncito. Según su directora ejecutiva, Adriana Roca, ellos han dejado de vender por completo desde hacía dos meses, ya que sus productos son libros infantiles que se ofertan solo en formato físico.
Para ella, el sector ya venía atravesando un panorama complicado, por el poco apoyo a la cultura que hay en el país; sin embargo, esta crisis ha agravado tanto la situación al punto que podría romper la cadena de pago. Explica que cuando esto sucede, es difícil generar flujo de caja. Pese a todo ello, Roca asegura que ha logrado mantener a todo su personal estable.
Del Pozo, quien también es gerente general de Ediciones Altazor, comenta que al año lanzan cerca de 50 títulos y julio es el el mes de mayor producción, por la Feria Internacional del Libro (FIL), pero al cancelarse este evento perjudicará a toda la cadena. Sostiene que los más afectados son los de distribución, ya que trabajan con Plan Lector, y los colegios ahora tampoco están abiertos como tal.
La gerente de Los libros más pequeños del mundo, Ludy Briceño, considera que ha habido un quiebre en la cadena de pagos. Para su negocio ha supuesto una pérdida de más de 80%, incluyendo un grupo humano de 20 empleados. “Es imposible mantener la editorial en pie, los mini libros se venden en librerías y en ferias, es su nicho de mercado”, sostiene.
Según Briceño, se han visto limitados solo a tener las áreas de logística y de comercio hasta terminar con su stock. “El área de producción está suspendida de momento, ya que los mini libros se hacen de forma artesanal”, explica.
El mundo editorial en las regiones
La situación se agrava más cuando se habla de las editoriales que se encuentran en las otras regiones del país. Así lo manifiesta el gerente general de Cascahuesos Editores (Arequipa), Jose Córdova, quien sostiene que su empresa se ha visto afectada hasta un 90%, ya que no recibe ningún tipo ingreso y tiene pagos de librerías congelados hasta nuevo aviso. “Sin liquidez, no podemos seguir imprimiendo, y más de las dos terceras partes de nuestros títulos planeados para este año serán reprogramados para el siguiente”, comenta.

Eso afectará, decididamente, tanto la producción como las ventas, las cuales podrían reducirse hasta menos de la tercera parte respecto del año pasado, según Córdova. Afirma que ya son varios meses de crisis que podría terminar con el quiebre de muchas editoriales independientes de los diversos puntos del país.
Delivery de libros, el primer paliativo
Mientras las librerías permanezcan cerradas, no habrá más opción que el comercio electrónico, ya sea de libros físicos por entrega a domicilio (delivery) o libros digitales (ebooks). Varias editoriales y librerías manifiestan que prefieren la venta por delivery, debido a que su principal volumen de ventas es por libros en físico. De hecho, según el último informe panorámico de las artes y las industrias culturales en el Perú, publicado el 2016 por el Ministerio de Cultura, solo hay un 6,2% de formato digital registrado en ISBN, el resto es de libros en físico.
Ahora bien, al no ser considerado un producto de primera necesidad por el Gobierno, el libro no podrá ser comercializado por delivery. De ahí que tanto las editoriales como las librerías pidan al Gobierno peruano que incluya al libro en esta categoría. Uruguay, por ejemplo, fue noticia hacía unas semanas atrás cuando donó libros dentro de las canastas de productos de primera necesidad para las familias más vulnerables.
Almendres comenta que, antes de la pandemia, las librerías de SM ya venían realizando el comercio online de libros físicos, que representaba entre 5% y 8% del total de sus ventas, pero estima que esto crecerá considerablemente si el confinamiento continúa. En tanto, Planeta ya había implementado el comercio de ebooks desde hacía muchos años. Aun así, cree que no superará al libro físico y espera que se pueda habilitar el delivery para que las librerías, sus aliados, puedan empezar a vender. Vergnaud aclara que, en ninguna circunstancia, harán venta directa de libros.
Esto es diferente cuando se trata de las editoriales independientes. La directora editorial de Polifonía, Gabriela Ibáñez, explica que, aunque respetan la cadena de librerías, la situación actual podría obligarlos a convertirse en sus competidores. “Si hacemos un descuento en nuestros libros, ya estamos compitiendo, aun sin quererlo, porque las librerías no pueden bajar tanto sus precios”, indica.
Ibáñez también espera que el Gobierno pueda dar luz verde al delivery para poder ofrecer sus libros álbum para niños, con ilustraciones, un producto que no considera que vaya a funcionar de manera virtual. “Creo que los niños deben tener un medio para alejarse un poco de la pantalla y para cultivar su imaginación”, añade.
Lasso, de Estruendomudo, también pide urgentemente al Gobierno que considere al libro un producto de primera necesidad, con el fin de replicar los modelos de venta de Argentina y de España. Manifiesta que el comercio de libro físico oscila entre 95% y 98%, mientras que el porcentaje de compra de ebooks es muy bajo.
Roca, de Pichoncito, va en la misma línea. “Más que intervencionismo, yo quisiera que se permita que las librerías salgan a vender por delivery. Se debe reactivar al sector porque los libros son importantes para los niños y toda la comunidad; se le debe considerar un bien esencial”, dice.
¿Compras públicas?
Otra de la solución que ha sonado bastante es la de las compras públicas. Todos, incluyendo los independientes, coinciden en que el Gobierno, a través del Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), debería tomar esta acción. El director de contenidos de la CPL, Pedro Villa, indica que, con esta medida atenuaría la crisis del sector editorial, a la vez que se podría abastecer a las bibliotecas públicas para que la población tenga acceso a costo cero. “La ampliación del estímulo cero a la cultura hará que se abran otras iniciativas”, afirma.

Del Pozo, también de la CPL, explicó que ya han planteado al Ministerio de Cultura destinar los 16 millones de soles aprobados en la ley del libro del año pasado para que se realicen estas compras públicas, con un doble fin: reactivar el sector y fomentar la lectura. En esa misma línea, insiste en que esta ley debería darse con todas sus prerrogativas. De hecho, todos los actores involucrados consideran que la ley del libro vigente no les favorece, y menos en estas circunstancias.
Para este informe, se intentó contactar con la oficina de Comunicaciones del Mincul para consultarle respecto del tema, pero no se obtuvo respuesta. De momento, se sabe que este ministerio ha contactado con los involucrados en la industria editorial para realizar una encuesta con el fin de medir el impacto de la crisis, según reveló El Comercio.
Actividades editoriales y lanzamientos virtuales
Ya se sabe que la FIL no se realizará de manera presencial este año y que se hará en formato virtual. Se espera que este evento logre superar las 600 mil personas que acudieron el año pasado, de acuerdo con del Pozo. Esta feria no solo es importante por lo que representa, sino porque concentra hasta un 50% de las ventas anuales de muchas librerías, especialmente las independientes.

Sin duda, supondrá un gran reto para todo el sector. Ahora bien, es importante señalar que esta feria virtual ha servido como referente para los cerca de mil agentes editoriales y 120 librerías que ya han empezado a replicar en este formato: conversatorios, clubes de lectura, consultorios, streamings, mini ferias, entre otros.
En el caso de Cascahuesos Editores (Arequipa), además de estos eventos virtuales, potenciarán los booktrailers para promocionar sus libros, pero también para presentar un nuevo título. Todo esto irá acompañado de una estrategia de venta de libros online con descuentos por temporadas, de manera que se pueda atraer nuevos clientes, los cuales solo llegan a los 50 en la actualidad.
Un actor externo: el periodismo cultural
Para Diana Gonzáles Obando, redactora de El Comercio y encargada de prensa del Hay Festival, hay claramente una crisis, pero también ve una oportunidad para reforzar el comercio de libros digitales, lo que implicaría cambiar los hábitos de consumo de los lectores.
Gonzáles Obando indica que el vuelco que ha dado la industria cultural y, en específico, el sector editorial ha hecho que su dinámica de trabajo también cambie mucho. Esto es, debido a la pandemia, ya no realiza coberturas de eventos, como presentaciones de libros, pero sí mantiene contacto con sus fuentes especializadas. A pesar de eso, se lamenta: “nos estamos perdiendo de mucho arte y propuestas intelectuales”.
Casi todos los actores involucrados en la industria editorial están dispuestos a migrar al mundo digital para rescatar y sacar a flote el negocio. Consideran, incluso, hacer una “reingeniería” del proceso editorial para salvarse; a estas alturas, la consigna ahora es “crear o morir”. Los más preocupados son los independientes, quienes aseguran que corren el mayor riesgo en la cadena, y piden urgente ayuda al Gobierno, ya sea con intervencionismo o con apertura al libre comercio, para que empiecen a ofrecer libros en físico a delivery. Como dice el propio Lasso, de Estruendomudo, “saldremos de esta con la ayuda de Dios o de Vizcarra”.
Una pregunta: los niños en Perú van a las bibliotecas? En mi ultima gira no vi a ninguno. ¿Como pueden serle utiles los libros que adquiriría el estado? O es solo una utilidad para las empresas editoriales?
Estimado Juan, efectivamente, aún hay mucho por hacer en nuestro país para poner los libros al alcance de todos los niños y niñas.
Hay esfuerzos importantes y denodados no sólo de los grandes grupos editoriales internacionales, sino de editoriales peruanas independientes. Es en ese sentido, que la industria editorial necesita ser apoyada para que importantes actores no desaparezcan.